HEPATITIS C CRÓNICA

¿QUÉ ES?

La hepatitis es una inflamación del hígado que en este caso es producida por un virus llamado virus C de la hepatitis. Existen varios tipos de este virus, conocidos como “genotipos” del virus que se numeran para distinguirlos: genotipo 1, 2, 3… etc.

¿CÓMO PUEDO INFECTARME?

La forma de adquirir la infección es fundamentalmente por el contacto con sangre de una persona infectada. Las transfusiones sanguíneas eran hasta 1990 la principal vía de contagio, fecha en la que, tras descubrirse la existencia de este virus, permitió rechazar aquellos donantes en los que se detectaba. Otras formas de infección son a través del uso compartido de jeringuillas infectadas o utensilios en contacto con sangre, como maquinillas de afeitar. La realización de tatuajes, “piercings” o acupuntura con materiales no bien esterilizados puede ser otra fuente de contagio. Las relaciones sexuales con múltiples parejas sin protección puede también favorecer su transmisión, siendo más rara la infección en las relaciones sexuales en parejas estables, y solo el riesgo es significativo después de muchos años. Las madres también podrían contagiar a sus hijos durante el parto, pero este riesgo se ha visto sobre todo cuando están además contagiadas por el VIH.

Hasta en un tercio de los casos no es posible identificar la forma de infección. Es probable que en muchos casos se debiera a una inyección con jeringuillas no desechables que se utilizaban antes.

¿QUÉ OCURRE SI ME INFECTO?

Una vez que el virus entra en contacto con la sangre, produce una hepatitis aguda, pero en un porcentaje muy alto, de un 70-80% de los casos, esta hepatitis aguda se hace crónica en lugar de curarse. Una vez que la hepatitis se cronifica puede estar muchos años en situación de estabilidad, pero hasta un 20% desarrolla una cirrosis del hígado al cabo de 20-25 años. Esta cirrosis altera el funcionamiento del hígado y además tiene un mayor riesgo de desarrollar un tumor sobre el hígado.

¿QUÉ SÍNTOMAS PRODUCE?

La hepatitis aguda C produce síntomas parecidos a una gripe, con malestar general, cansancio, inapetencia y a veces puede aparecer ictericia, es decir, color amarillento de los ojos y/o la piel.

En la fase de hepatitis crónica muchas veces no hay síntomas o bien puede haber algo de cansancio. Cuando evoluciona a cirrosis pueden aparecer los síntomas propios de las complicaciones de esta enfermedad.

¿CÓMO SE DIAGNOSTICA LA ENFERMEDAD?

La presencia de anticuerpos frente al virus de la hepatitis C en la sangre nos indicará que ha habido un contacto con dicho virus. La demostración de la presencia del virus en la sangre (es lo que llamamos carga viral) nos confirma la existencia de la infección.

¿QUÉ TRATAMIENTOS PUEDEN UTILIZARSE?

Una vez confirmada la presencia de una hepatitis crónica por virus C es necesario realizar algunos estudios. Normalmente se hace una analítica completa de sangre, se analiza el tipo específico del virus C (el genotipo) y un rasgo genético del mismo (conocido como polimorfismo de la IL28B) que sirve para saber cuál puede ser la respuesta del virus al tratamiento. También suele realizarse una ecografía para ver el estado del hígado, y es posible que se valore la necesidad de realizar una biopsia para conocer el daño del hígado antes de iniciar el tratamiento, si bien en muchas ocasiones esta prueba se sustituye por otra llamada “elastografía hepática” (el aparato utilizado se llama Fibroscan) que es parecida a una ecografía y que mide la dureza del hígado, lo que traduce el grado de daño hepático.

Con todos estos datos el especialista estará en disposición de conocer la situación actual del hígado y la necesidad de tratamiento.

Durante muchos años el tratamiento disponible para la hepatitis crónica C ha estado estancado en la combinación de dos medicamentos: el interferón pegilado (una inyección que se pone semanalmente) y la ribavirina (unas pastillas que se toman diariamente). Este tratamiento consigue eliminar la infección en un porcentaje que va del 30 al 80% según sea el genotipo viral.

La duración del tratamiento es variable, pero suele ser de aproximadamente un año para los genotipos 1 y 4. En el caso de los genotipos 2 y 3 suele ser de 6 meses. En determinadas circunstancias pueden acortarse estos tiempos.

Desde 2013 se dispone de otros dos medicamentos (telaprevir y boceprevir) que eligiendo uno y combinándolo con el interferón pegilado y la ribavirina consigue tasas de curación más altas, si bien también aumenta el riesgo de desarrollar efectos secundarios, algunos graves, como anemias y alteraciones en la piel. Este tratamiento “triple” está indicado para las hepatitis por virus C genotipo 1 que cumplen una serie de requisitos en cuanto a daño hepático y fracaso de tratamientos previos.

Actualmente (2014) están en marcha varios estudios en los que se están probando nuevos medicamentos y nuevas combinaciones para lograr tratamientos más eficaces, que sirvan para más genotipos y minimizando al máximo los posibles efectos secundarios, por lo que en los próximos años asistiremos a la llegada de nuevos tratamientos.