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    MADRID, 23 (EUROPA PRESS) Investigadores de la Universidad de Purdue en Indiana (Estados Unidos) han observado que el consumo de carne roja en cantidades por encima de lo recomendado no afecta a corto plazo en algunos de los factores de riesgo cardiovascular como la presión arterial o los niveles de colesterol en sangre. Así se desprende de una nueva revisión de estudios publicada en el último número de la revista ‘American Journal of Clinical Nutrition’, después de que durante los últimos 20 años se haya recomendado reducir la presencia de la carne roja en las dietas saludables. “Nuestra investigación parece apoyar su reincorporación”, ha reconocido Wayne Campbell, autor de este trabajo, que además destaca que la carne “es un alimento rico en nutrientes, no sólo como fuente de proteínas sino también por sus aportes de hierro”. Las recomendaciones que han tratado de limitar el consumo de carne roja se basaban en estudios sobre los hábitos alimenticios de personas que ya tienen una enfermedad cardiovascular. Pero aunque su ingesta se asociaba a un mayor riesgo, no demostraban que la carne roja fuera la causa directa de ese incremento. Por ello, Campbell y su equipo analizaron 24 estudios para detectar una relación causa-efecto entre los hábitos alimenticios y los riesgos para la salud, centrándose en aquellos trabajos que cumplían con criterios específicos como la cantidad de carne roja consumida o la evaluación de diferentes factores de riesgo. De este modo, vieron que consumir más de la mitad de una porción al día de carne roja, lo que equivale a una pieza de 85 gramos tres veces por semana, no empeora la presión arterial, los niveles de colesterol HDL y LDL, y los triglicéridos. La investigación incluyó todo tipo de carnes rojas aunque la mayoría era de ternera y cerdo. Campbell reconoce que se necesitan más estudios ya que la evaluación de la presión arterial y el colesterol no son los únicos determinantes para que alguien desarrolle una enfermedad cardiovascular. Además, la medición de estos marcadores se realizó semanas o meses después de su ingesta, a pesar de que el desarrollo de estas patologías puede tardar años e incluso décadas en producirse. “Es importante reconocer que nuestros resultados son específicos de los indicadores seleccionados para el riesgo de enfermedades cardiovasculares, pero se necesitan investigaciones comparables con otros factores de riesgo para determinar su impacto cardiovascular”, ha admitido.

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