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    MADRID, 16 (EUROPA PRESS) La jefa de sección responsable de la Unidad de tumores torácicos del Servicio de Oncología Médica del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid, Pilar Garrido, ha asegurado que el futuro del cáncer de pulmón se encuentra en la medicina de precisión y ha recordado que actualmente ya se conocen distintos biomarcadores predictivos de eficacia de distintos tratamientos como EGFR, ALK o ROS1. “Mediante la determinación del biomarcador en el tumor se identifican aquellos pacientes con más posibilidades de beneficiarse de un tratamiento dirigido. La identificación de pacientes portadores de una determinada característica genética y el descubrimiento de medicamentos que actúen sobre la misma, permite ofrecer un tratamiento que contribuye a una mejor calidad de vida y mejores resultados terapéuticos”, ha explicado. Por ello, prosigue, la determinación sistemática de biomarcadores predictivos de eficacia de tratamientos disponibles debería estandarizarse con el fin de que ningún paciente pierda la posibilidad de un beneficio clínico. “Esto es especialmente relevante teniendo en cuenta la complejidad del diagnóstico (con biopsias pequeñas y difíciles de obtener en muchos casos) y el cada vez mayor número de biomarcadores necesarios para un adecuado tratamiento”, ha apostillado. En este sentido, Garrido ha informado de que a ello hay que añadir que alguna de estas alteraciones son muy poco frecuentes. Por ejemplo, según ha explicado, se estima que la translocación del gen ALK, se registra entre el 3 y 5 por ciento de los pacientes con cáncer de pulmón no microcítico siendo más frecuente en pacientes jóvenes, con histología adenocarcinoma y no fumadores. Cuando la vía ALK se inhibe, se bloquea un importante mecanismo de crecimiento y, supervivencia de las células tumorales. Este hecho puede conducir a la estabilización o a la regresión de tumores en pacientes con cáncer de pulmón no microcítico (CPNM) ALK positivos. “En cuanto a la alteración ROS1, el reordenamiento ROS1 se produce cuando este gen se fusiona a otro gen dando lugar a lo que llamamos gen de fusión, cuyo resultado es un cambio en la forma en la que cada uno de ellos funcionaría normalmente. Esto da lugar a una proteína de fusión que en último término podría ser responsable del crecimiento de tumores”, ha enfatizado. Finalmente, la doctora ha recalcado que los datos epidemiológicos sugieren que el reordenamiento en ROS1 está presente en aproximadamente entre el 1 y el 2 por ciento de los casos de CPNM. “De los aproximadamente 1,5 millones de casos nuevos de CPNM cada año en todo el mundo, aproximadamente en 15.000 podríamos detectar la presencia de reordenamientos en el gen ROS1. Una vez identificados, estos pacientes son susceptibles de tratamiento con fármacos dirigidos”, ha zanjado Garrido.

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