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    MADRID, 28 (EUROPA PRESS) Expertos en Cardiología reunidos en el Congreso SEC de las Enfermedades Cardiovasculares 2016 se han presentado dos estudios que revelan la necesidad de reforzar el manejo de dos complicaciones indicadoras de riesgo cardiovascular: la retinopatía y la gota. La retinopatía es un daño de los vasos sanguíneos de la retina, que debido a una descompensación metabólica en el organismo se vuelven permeables. Puede ser de tres tipos: hipertensiva, diabética o aterosclerótica, si bien las más frecuentes son las dos primeras. Y es que, aunque la retinopatía hipertensiva la sufren hasta un 11 por ciento de los pacientes con hipertensión arterial, y la diabética aparece en el 30 por ciento de las personas con diabetes, hasta el momento se ha estudiado poco la correlación entre el tipo de retinopatía y la morbilidad y mortalidad por enfermedad coronaria. “Llevamos a cabo un estudio prospectivo observacional de una cohorte de 54 pacientes a los que realizamos estudio de fondo de ojo y que fueron sometidos a coronariografía diagnóstica, por estudio de cardiopatía isquémica estable o para estudio previo a cirugía cardiaca. De ellos, un 37 por ciento tenía enfermedad arterial coronaria significativa y un 95 por ciento presentaba retinopatía”, ha explicado el primer firmante del trabajo, Jesús Piqueras. Tras un año de seguimiento, los pacientes con retinopatía hipertensiva más grave registraron una tasa de reingreso hospitalario un 11 por ciento mayor que los pacientes sin retinopatía o con retinopatía ligera. Además, los pacientes que fueron readmitidos en el hospital durante el primer año de seguimiento tenían una puntuación de la escala de riesgo ‘Syntax Score’ mayor (por la severidad de la enfermedad coronaria) y un grado de retinopatía superior. Ante estos resultados, los expertos han sugerido que, en los pacientes con peor control metabólico y más factores predisponentes para enfermedad cardiovascular, se debería realizar un cribado de fondo de ojo para detectar la presencia o no de retinopatía, como herramienta para mejorar el conocimiento del riesgo cardiovascular. GOTA Y PLACAS CAROTIDEAS Por otro lado, la gota, producida por la acumulación de cristales de urato monosódico en el organismo, desencadena un proceso inflamatorio que dispara el riesgo cardiovascular. En este sentido, los profesionales han recordado que a pesar de que la mayoría de pacientes con nuevo diagnóstico de gota presentan un riesgo cardiovascular muy alto, las herramientas de medición de riesgo infraestiman este riesgo. “Aproximadamente 2 de cada 3 pacientes con gota presentan un riesgo cardiovascular elevado, pero siempre se atribuye a la frecuente asociación con hipertensión arterial, dislipemia, obesidad. Sin embargo, son numerosos los trabajos que en la última década muestran que la gota es per sé un factor de riesgo CV independiente, al ser una enfermedad inflamatoria crónica, asociada a los cristales de urato”, ha explicado la doctora del servicio de Cardiología del Hospital General Universitario de Elche (Alicante), María Amparo Quintanilla. Concretamente, en este trabajo, que incluyó 167 pacientes, se pone de manifiesto que los pacientes con gota presentan placas carotídeas al diagnóstico, a pesar de que registran una puntuación muy baja en las escalas de riesgo cardiovascular más utilizadas, como ‘REGICOR’ o ‘SCORE’. Por tanto, uno de los objetivos principales del estudio fue exponer la proporción de pacientes en muy alto riesgo cardiovascular según la ecografía carotídea (ECa), a pesar de haber obtenido una puntuación no alarmante en las escalas clásicas. Asimismo, se realizó ECa a aquellos pacientes sin riesgo alto basal, para evaluar el grosor del complejo íntima-media y la presencia de placas de ateroma (los dos marcadores principales de enfermedad coronaria). “La técnica más barata, rápida, accesible y fiable para estimar el grosor íntima-media y detectar las placas de ateroma es la ecografía carotídea. Su aplicación parece más útil, a la vista de nuestros resultados y de estudios en población general, en pacientes clasificados como riesgo intermedio. En nuestro trabajo, a pesar de presentar un riesgo basal poco alto según las escalas de riesgo, más de la mitad de los casos fueron reclasificados por la ecografía a un nivel superior”, ha zanjado la doctora, para subrayar la importancia de controlar los factores de riesgo cardiovascular de estos pacientes y de que el tratamiento sea adecuado.

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