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    MADRID, 21 (EUROPA PRESS) Un estudio internacional liderada por investigadores del Centro de Tecnología Biomédica (CTB), de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), han conseguido demostrar que el patrón anómalo de conectividad funcional en los pacientes con deterioro cognitivo leve puede considerarse un indicio de las alteraciones en el funcionamiento de las neuronas debidas al inicio de la enfermedad de Alzheimer, lo que puede suponer un avance en el diagnóstico temprano. Gran parte de las esperanzas para encontrar un biomarcador temprano del Alzheimer están depositadas en las técnicas de neuroimagen, ya que mediante ellas es posible estudiar los cambios que se producen en el cerebro de las personas que padecen la enfermedad. Una de estas técnicas, la magnetoencefalografía (MEG), es capaz de medir con mucha precisión los campos magnéticos producidos por la actividad neuronal del cerebro. En el año 2000 se instaló en la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) el primer sistema MEG de España. Desde el principio, la enfermedad de Alzheimer se convirtió en una de sus principales líneas de investigación y ha continuado siéndolo en el Laboratorio de Neurociencia Cognitiva y Computacional (LNCyC). El grupo LNCyC, en colaboración con investigadores del Laboratorio de Minería de Datos y Simulación (MIDAS) del CTB, ha liderado una investigación internacional en la que han participado laboratorios de 5 países con el fin de esclarecer si los patrones de actividad cerebral pueden emplearse como biomarcadores del deterioro cognitivo leve. Para ello, se han llevado a cabo un total de 184 registros de ancianos sanos y con deterioro cognitivo leve en los centros involucrados. Tras analizar la población registrada en Madrid, se determinó que los pacientes con deterioro cognitivo leve, en comparación con los ancianos sanos, tenían una disminución de las comunicaciones entre las regiones frontal y parietal, así como entre ambos hemisferios cerebrales. Posteriormente, se empleó dicho resultado para diagnosticar -sin tener ninguna información previa- a los participantes de los centros internacionales. Los resultados obtenidos demostraron que mediante está técnica era posible clasificar como ancianos sanos o con deterioro cognitivo leve, con un 82% de precisión, a los participantes de los grupos internacionales. “Este resultado demostró que el patrón anómalo de conectividad funcional en los pacientes con deterioro cognitivo leve era consistente en todos los centros internacionales lo que podía ser considerado como un indicio de las alteraciones en el funcionamiento de las neuronas debidas al inicio de la enfermedad de Alzheimer”, como señala el investigador responsable, Fernando Maestú. Los investigadores recuerdan que, con el incremento de la esperanza de vida, ha aumentado notablemente el número de personas afectadas por enfermedades neurodegenerativas asociadas a la edad. De todas ellas, la más común es la enfermedad de Alzheimer y, hoy en día, se estima que alrededor de 26 millones de personas en el mundo se encuentran afectadas por ella. El Alzheimer se caracteriza porque, con el transcurso de la enfermedad, las neuronas van muriendo y en torno a 20 años después de su inicio aparecen los primeros síntomas clínicos que consisten generalmente en fallos de memoria. Por tanto, “es de vital importancia detectar el inicio de la enfermedad en sus primeras fases, cuando el daño cerebral aún es reducido. Actualmente, la fase previa más estudiada es el deterioro cognitivo leve. Las personas con deterioro cognitivo leve padecen fallos de memoria y constituyen una población de alto riesgo para desarrollar Alzheimer”.

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