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    MADRID, 11 (EUROPA PRESS) La dificultad de poder establecer un pronóstico preciso hace que la atención paliativa al paciente no oncológico sea desigual, según ha señalado el profesor de Enfermería y director del máster en Cuidados Paliativos de la Escuela de Enfermería San Juan de Dios, Antonio Ramos. En este sentido, el profesor ha querido recordar que “los cuidados paliativos están reconocidos como un derecho y, por lo tanto, deben ser aplicables a todo paciente que lo necesite, independientemente de la etiología de la enfermedad”. Desde su experiencia, los cuidados paliativos se muestran necesarios y eficaces en la atención del paciente con insuficiencias orgánicas o con afectación neurológica, especialmente si ésta es de carácter degenerativo. “La familia que cuida de un paciente con enfermedad ‘de órgano’ o neurológica suele recurrir con menos frecuencia a ayuda externa”, ha afirmado. Ha añadido que “junto con el paciente, establecen una meticulosa rutina que en ocasiones choca con la rigidez, por ejemplo, de las unidades de hospitalización”. Por tanto, “son menos proclives a establecer lazos de confianza con el equipo terapéutico, lo que hace que no sean capaces de desconectar del todo, limitando la disminución de la sobrecarga”. Así, “la integración de los cuidados paliativos desde el momento del diagnóstico en conjunción con otras terapias encaminadas a retrasar la progresión de la enfermedad contribuye a mejorar el control sintomático y, en gran medida, a mejorar la satisfacción en la percepción del cuidado recibido tanto en pacientes como en familiares”, afirma Ramos. También ha querido destacar que en los cuidados paliativos es muy importante la empatía y el componente emocional. En relación a ello, el coordinador docente del Centro de Simulación Interprofesional y de Investigación en Ciencias en la Salud de la Escuela de Enfermería San Juan de Dios, David Fernández, afirma que “la simulación clínica” supone una “innovadora herramienta docente en la formación de cuidados paliativos”, ya que esta puede ir introduciendo al profesional en situaciones que se acercan mucho a la realidad, contando así con más competencias a la hora de trabajar en “situaciones habituales del cuidado paliativo o de estrés emocional”. A través de esta metodología docente de la simulación clínica se trabajan competencias no técnicas como la comunicación, la escucha, la empatía, la autoestima, las emociones y la inteligencia emocional, entre otras, de gran importancia también en el paciente no oncológico. Como señala Fernández, “la comunicación de malas noticias tiene un importante componente de aprendizaje, metodología, autoconocimiento, experiencia, conciencia situacional, además de actitudes personales”. En el laboratorio de simulación se recrean la situaciones y entornos que el profesional puede encontrarse en el desarrollo de su labor de forma controlada, y rigurosa. Ramos, por su parte, ha añadido que los profesionales sanitarios tienen una muy buena formación técnica, pero carecen del manejo de aspectos psicológicos y de soporte emocional, “cuyo dominio es fundamental para poder acompañar a pacientes y familia en el final de la vida”. “En definitiva, de lo que se trata es de hacer que el tiempo que les quede a los pacientes, independientemente de cual sea la causa de su proceso, no se convierta en una inexorable espera de la muerte, sino que sea tiempo de vida”, concluye Ramos.

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