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    MADRID, 13 (EUROPA PRESS) La mayoría de niños en España suelen ir a la escuela a partir de los tres años a pesar de que la educación infantil (hasta los seis) no es obligatoria pero, en el caso de quienes nacen de forma prematura, el inicio a esta edad puede afectar de forma negativa a su rendimiento escolar. Así lo aseguran la psicóloga Marta Reinoso y el profesor de Educación Social Segundo Moyano, de la Universitat Oberta de Cataluña (UOC), que de hecho aconsejan que estos menores empiecen las clases cuando estén preparados, aunque sea un año más tarde que los demás. Nacer antes de tiempo puede provocar al bebé hemorragias cerebrales durante el parto o inmediatamente después que pueden desencadenar en dificultades de aprendizaje, retraso en la adquisición del lenguaje, déficit de atención o dislexia. En este sentido, Reinoso destaca que obligar a los prematuros a empezar la escolarización a los tres años podría suponer “una exigencia” por encima de “sus posibilidades” que podría resultar “contraproducente y estresante”. De hecho, un estudio de la Universidad de Bristol (Reino Unido) reveló que empezar la escuela antes de tiempo aumenta significativamente las posibilidades de que los niños prematuros tengan peores notas, porque se encuentran en una situación de desventaja, lo que se puede cambiar, añade el estudio, dejando que empiecen las clases cuando estén preparados, aunque sea un año más tarde que los demás. La Generalitat de Cataluña ha determinado que, a partir de este curso escolar, los niños prematuros podrán incorporarse más tarde a la educación infantil aunque no hayan pasado por una guardería, un requisito hasta ahora indispensable para poder hacerlo junto a la presentación de un informe médico. Según Moyano, pasar por una guardería no debería ser condicionante, puesto que los estímulos pueden venir otras instancias, como por ejemplo las familias. “El paso del niño por una guardería infantil no tiene por qué influir necesariamente en su capacidad de aprendizaje”, ha explicado esta experta. Aunque ambos expertos coinciden en que el entorno educativo proporciona estímulos ricos y variados, posibilita el juego, la acción espontánea, favorece el aprendizaje compartido y la adquisición de hábitos, no siempre puede resultar beneficioso ya que los niños no avanzan todos al mismo ritmo. “Por eso es clave que el sistema educativo esté capacitado y sea lo suficientemente flexible para acogerlos a todos y favorecer su óptimo desarrollo”, ha matizado Reinoso.

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